En un mundo globalizado e interconectado, una crisis como la del COVID-19 afecta a las empresas en múltiples ámbitos: negociaciones paralizadas, eventos y reuniones suspendidas, viajes de negocios cancelados, cambio forzado del lugar de trabajo, y muchas otras situaciones que pueden afectar directamente al flujo habitual de trabajo. Fuera, Chevron, Microsoft y Twitter han sido pioneros en la adopción del trabajo deslocalizado, y en España Prosegur, Vodafone, y cada vez más empresas, han decidido instaurar el trabajo deslocalizado como principal respuesta.
Es evidente que la falta de práctica, de metodologías y de las herramientas adecuadas, derivadas de la urgencia, generarán no pocas ineficiencias y frustraciones, pero en todo caso serán experiencias a tener en cuenta.
Según el INE, en España tan solo un 27% de las empresas contemplan esta modalidad de trabajo, a pesar de que permite reducir costes, una mayor flexibilidad de la plantilla aumenta también la productividad, facilita la conciliación laboral, reduce el absentismo y el estrés de los trabajadores, entre otros muchos beneficios.
La oportunidad de adoptar un nuevo modelo de trabajo deslocalizado nos permite imaginar, en un futuro no tan lejano, empresas sin sedes corporativas, formadas por una red de trabajadores globales e interconectados, donde el requisito clave será asegurar que los equipos sigan aportando valor a la organización de forma recurrente e iterativa, lo que exige que los objetivos estén correctamente marcados, los roles bien definidos, las tareas bien distribuidas y que se disponga de las herramientas adecuadas.
Para asegurar el éxito, Opinno ha desarrollado el concepto sprint remoto, un ciclo corto de trabajo trabajo (1-4 semanas) de un equipo deslocalizado, con objetivos claramente marcados, que asegura una rápida entrega de valor y la mejora continua de las formas de trabajo. El sistema ayuda a cumplir los objetivos combinando diversas metodologías ágiles de innovación, construidas sobre la base de herramientas digitales y colaborativas.
Para poder ejecutar este modelo de forma correcta hay que definir roles y asignar responsabilidades. La capa de dirección define los objetivos de negocio y su prioridad dentro de la organización. La capa de gestión está formada por los gestores de equipos que definen los objetivos de los proyectos y equipos de trabajo partiendo de los objetivos que requiere la capa directiva, y se encargan de dar seguimiento, designar los perfiles correctos y dar apoyo organizacional a los equipos. El líder del equipo gestiona su avance y los riesgos asociados, reporta al gestor de equipos y se encarga de mantener al equipo coordinado y alineado hacia la consecución de los objetivos del Sprint remoto. Finalmente, el facilitador del equipo da soporte y facilita el trabajo de los equipos, solventando aquellos bloqueos que impidan el avance tanto en cuestiones tecnológicas como metodológicas. De alguna manera, nuestro modelo de trabajo deslocalizado mantiene el control utilizando las mejores prácticas de ambos mundos, para evitar fracasos y frustraciones.